Una ceremonia íntima e inédita en Wirikuta en medio de la lucha para defender lo sagrado
Raúl Torres (enviado).-
Real de Catorce, San Luis Potosí, 7 de febrero.- Para contar esto quizá haría falta renombrarlo todo, cambiar los nombres de todas las cosas para hacer que el mundo suceda otra vez y ordenarlo de nuevo, igual que lo hacen los wixaritari cuando peregrinan desde sus comunidades en Jalisco, Durango y Nayarit hasta Wirikuta, el sitio donde nació el Sol, en San Luis Potosí, para renovar las velas de la vida. Y sería necesario hacerlo porque lo sucedido entre la noche del lunes y la madrugada del martes en este centro ceremonial representa por muchos motivos un hecho histórico y quizá irrepetible para la nación wixárika, que ayer declaró que todas las comunidades que la integran han dejado de lado sus diferencias políticas para continuar la defensa de este lugar sagrado contra la minera canadiense First Majestic, que ya cuenta con 22 concesiones que abarcan seis mil 326 hectáreas de Wirikuta.
Tras un año de trabajo se determinó la fecha en la que arribarían las autoridades tradicionales y agrarias de todo el pueblo wixárika para iniciar con uno de los que podrían ser los pasos más importantes en la defensa legal contra la empresa minera: realizar un peritaje tradicional en el que sus dioses darían su opinión en el caso. El asunto no es menor, pues cada comunidad determina sus propios tiempos y sitios para la peregrinación.
Para Johannes Neurath, etnólogo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) este peritaje tradicional, como decidieron llamarlo los wixaritari, implica llevar el asunto al terreno donde se debe discutir realmente: el de los derechos humanos. En su opinión, si el pueblo huichol decide presentar la voz de los dioses a los que invocó ayer como prueba en la defensa legal, ésta debería admitirse y tener un peso muy fuerte si se respetan las recientes modificaciones a la Constitución en materia de derechos humanos. “Se les estaría negando su derecho a tener una cultura”, afirma.
El investigador asegura que quienes estuvimos ahí debemos considerarnos afortunados por más de una razón: primero, el haber podido presenciar una ceremonia tan íntima de este pueblo que es sumamente celoso de sus rituales más sagrados. Además –señala– fue una ceremonia única en su tipo, inédita hasta ahora, pues estuvieron presentes la mayoría de las autoridades agrarias y tradicionales de todas las comunidades, por lo que tuvieron que ser creativos para llevar a cabo un rito en el que participaran todos.
“Es una muestra de lo hábiles que son los huicholes en los temas políticos, nunca se han dejado manipular y esta vez lograron consensuar el abrir la ceremonia a los mestizos como una forma de acción, pero no creo que eso signifique que lo vuelvan a hacer”. Es un hecho sin precedentes, asegura.
Lo que dijeron los dioses
Cayó el sol del lunes e inició la ceremonia, la temperatura rondó el cero durante varias horas y el Sol volvió a nacer por el oriente, tras el Cerro del Quemado, cuando la ceremonia aún no concluía. Cerca del mediodía, uno de los maraka’ates, Eusebio de la Cruz González, hizo públicas para los mestizos (o teiwariri) invitados las palabras de los Kaka+yarixi (las deidades de Wirikuta): solicitaron la unidad de todo el pueblo wixárika, se sintieron orgullosos de verlos ahí reunidos y les pidieron continuar así en la defensa de este territorio, que es mucho más que una geografía concreta (“aquí habitan nuestros maestros, el corazón del pueblo wixaritari y del universo, si esto se acaba, moriremos todos”, dice convencido Santos de la Cruz, comisariado de Bienes Comunales de Bancos de San Hipólito, en Durango). Pero los dioses también confesaron estar tristes porque hay quienes intentan sacar el corazón y la sangre de este sitio donde nace el pensamiento y la vida, por lo que demandan su defensa. El abuelo fuego, señaló el mara’akate, se sintió orgulloso de ver a los wixaritari y a los teiwariri unidos por esta causa.
Felipe Bautista Medina, coordinador de jicareros de Santa Catarina, lo explica así. “Le preguntamos al Sol, a la Tierra, al peyote y a los otros dioses qué tienen que decir al respecto y ellos respondieron”. Y para hacer esas preguntas, durante toda la noche los wixaritari cantaron, danzaron azotando la tierra con los pies, tocaron el violín y la guitarrita, hicieron ofrendas a los dioses, sacrificaron una vaquilla para alimentarlos y escucharon lo que tenían que decir.
La oposición, los apoyos y el tiempo que viene
Es cierto que la gente que habita el desierto de San Luis Potosí y en la zona de Wirikuta demanda empleos para sobrevivir, el último año la sequía fue larga y cada vez es más difícil vivir de cultivar la tierra; entonces hay que explotarla, proponen las mineras y bajo el argumento de generar empleos buscan adeptos entre la gente. Así, en el camino que va de Real de Catorce a la zona del Cerro del Quemado (poco más de dos kilómetros) alguien se encargó de colocar mantas en las que se da la bienvenida a los huicholes, a los turistas y a la minería; mensajes conciliadores que no revelan los daños ambientales en la zona natural protegida ni el conflicto cultural que se genera con el pueblo wixárika.
En opinión de muchos peregrinos, esos carteles los colocó la misma minera especialmente para esta ocasión, a sabiendas de que vendrían medios y personas de todo el mundo. Los mismos peregrinos aseguran que la defensa de este sitio no tiene que ver sólo con ellos, sino con todo el mundo y especialmente con los que viven en la región de Wirikuta, pues si se altera el equilibrio del “corazón del universo”, no sólo desaparecerá el pueblo huichol, sino todo lo que existe.
De pronto la explicación abstracta encuentra un sustento concreto: “la gente de aquí está preocupada porque no ha llovido y fue un año muy difícil, por eso en esta peregrinación también venimos pidiendo a los dioses que traigan las lluvias a esta zona, porque nos interesa ayudarles a los que viven aquí”, relata Santos de la Cruz, que ha andado tres días desde Durango para llegar aquí. Y llovió en la región, lluvias atípicas para el mes de febrero tras un año de fuerte sequía, según dicen por estos rumbos.
En las Margaritas, un ejido en el valle de Wirikuta, se negaron a aceptar la presencia de la minera Las Golondrinas, que forma parte del llamado Proyecto Universo, que abarca 350 mil hectáreas, de las cuales más de 59 mil están dentro del área natural protegida de Wirikuta. Un representante de ese poblado estuvo ayer en la ceremonia de los wixaritari para agradecerles su apoyo y mostrar reciprocidad. Pero la pregunta fue directa: ¿cómo pueden ayudarnos ustedes?
Ante el hecho, Santos de la Cruz señaló que ya se trabaja junto con la UNAM y otras organizaciones en propuestas de proyectos productivos y autosustentables para la región, pues además de la minería, la industria agroalimentaria está causando estragos en la zona y señaló puntualmente a la empresa Poca Luz, que tiene en el poblado de Estación Catorce una tomatera de 300 hectáreas y –dijo– bombardea las nubes para evitar la lluvia y que su producto se dañe.
Felipe Bautista es muy claro cuando se le pregunta qué piensa que viene tras la comparecencia de los dioses: “vienen tiempos difíciles”.
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