''Obligan'' a municipios a regular a las ladrilleras
Para algunas familias la regulación de las fábricas afectaría su principal ingreso.
- Buscarán que la Proepa multe por no cumplir reglas de operación
Los municipios intervendrán para exigir la aplicación de acciones contra la contaminación; algunas localidades carecen de inventario
De esta manera, las localidades en donde se han detectado problemas en la calidad del aire como secuela a la operación de estos giros tendrán que exponer avances en la solución del problema; en caso contrario, el titular de Semades, Héctor Eduardo Gómez Hernández, buscará la intervención de la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (Proepa), para que se les multe por desacatar lo constituido como obligación.
Actualmente, sólo Tlajomulco ha arrancado en forma con la regulación de ladrilleras; la propia Semades colaboró con ese Ayuntamiento para iniciar la construcción de un complejo distante a zonas habitacionales, en donde varios de estos negocios serán reubicados. De hecho, ese municipio expondrá los puntos a favor y en contra de la medida que eligió como óptima, para “que sirva de experiencia al resto de localidades”.
Durante la cuarta reunión de ese Órgano Técnico Mixto, que busca la restauración del medio ambiente en la cuenca de El Ahogado, se expuso que ciertas localidades han atendido el exhorto de Semades, aunque otras ni siquiera tienen listo su inventario de ladrilleras.
El problema es de tal magnitud que hay zonas de la cuenca, próximas al contaminado cauce del Río Santiago, que reflejan un mayor nivel de polución por la operación de ladrilleras, que por el resto de desechos que viajan en esas aguas.
La semana pasada, autoridades estatales y municipales visitaron ciertas zonas habitacionales de Tonalá, próximas a ladrilleras en funcionamiento. Destacaron que uno solo de estos negocios puede generar hasta 500 puntos Imeca (Índice Metropolitano de la Calidad del Aire), debido a que no únicamente se usa madera como materia prima de combustión, sino también desechos.
Esto, aunado al histórico de calidad del aire en la ciudad, ha obligado a la dependencia estatal a hacer de nueva cuenta “un exhorto fuerte a los presidentes municipales donde tienen las ladrilleras, para que atiendan no sólo el inventario, sino su regulación”.
“Acordamos que fuera en esta reunión (cuando se informara sobre) los inventarios. Algunos no lo cumplieron. Pero en la regulación, aunque apenas se levantó el acuerdo, ya mandé el oficio”.
La siguiente reunión del Pofa, cuya fecha aún no está definida, revelará los avances o desatenciones de los municipios en la regulación de ladrilleras.
En la Cuarta Reunión del Órgano Técnico Mixto de la Cuenca El Ahogado, autoridades de los tres niveles de Gobierno acordaron estas acciones como parte de los trabajos para la restauración y saneamiento de la cuenca. En esta ocasión participaron integrantes de organizaciones no gubernamentales y la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
INDUSTRIA TÓXICA
Acciones
La contaminación provocada por ladrilleras se presenta en mayor medida en las zonas periféricas de la ciudad. Se agrava porque en muchos de los casos, los combustibles que se queman para cocinar el ladrillo son tóxicos (llantas, plásticos, desecho, basura), lo que representa un grave riesgo a la comunidad que habita o trabaja por la zona.
Su ubicación es otro añadido a la estela de riesgos, pues por lo regular se encuentran próximas a zonas habitacionales y/o escuelas.
Varios municipios han abordado el tema y propuesto soluciones. Tlajomulco es el único que ha impulsado ceder un predio lejano a zonas habitacionales, para que se reubiquen al menos 17 ladrilleras que operan en su Cabecera Municipal.
Tlaquepaque ha identificado una mayor problemática de este tipo en colonias como La Gigantera, Emiliano Zapata y Francisco Silva Romero. La alternativa planteada es facilitar el material no tóxico como madera, para inhibir el uso de otro tipo de combustible.
De acuerdo con la Semades, en Guadalajara se está optando por desplazar los establecimientos, debido a que hay poca posibilidad que el municipio ceda terrenos para un parque ladrillero, como en Tlajomulco.
En el caso de Tonalá y El Salto, ambas localidades registran poco avance. Zapopan también estará presentando sus soluciones en la siguiente reunión de este órgano.
CRÓNICA
Vivir del ladrillo
Con los pies descalzos enterrados hasta la pantorrilla entre estiércol y aserrín. Preparan la mezcla que más tarde hornearán hasta que tome su característico color naranja. Son trabajadores de la Colonia Santa Rosa, en Tlaquepaque, quienes perderían más que su trabajo si clausuran las ladrilleras de Tlaquepaque y la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Doña Adela inicia su jornada a las seis de la mañana en la Colonia Arroyo de Enmedio, ubicada en el mismo municipio. Como ella, toda su familia lleva más de 40 años dedicándose a la elaboración de ladrillos. No cuenta con ningún estudio, sólo aprendió los quehaceres del hogar y la empresa familiar.
“Tengo 60 años; en marzo cumplo los 61 y desde niña me dedico a esto”. El peso del tiempo no la deja trabajar más que tres días a la semana. Echa el barro para tenderlo e ir acuñándolo. Pone la adobera en el molde, más tarde tiende las piezas y las deja remojando para regresar al otro día y terminar su primera tanda.
Así como ella, José Juan, de 27 años, se ha dedicado “desde que estaba ‘morrito’” a la ladrillera. Toma una pala para hacer la mezcla. Él, por necesidad, trabaja más de 12 horas por cinco días a la semana. Le pagan dependiendo de la cantidad de ladrillos que saca; aproximadamente unos 150 pesos.
Los dueños del terreno de la Colonia Santa Rosa, le permiten vivir en el lugar, en una casa improvisada, hecha sólo con los bloques rectangulares que fabrica. La habita con sus dos hijos, de cuatro y seis años, y su esposa. Gracias al sacrificio de su padre, los niños pueden acudir a la primaria de la zona, algo que su padre no pudo realizar.
Refugiadas entre escombro, dentro de calles sin pavimentar donde se encharca agua de la lluvia de estos días, hay más personas que le dedican sus días al adobe, como doña Adela y José Juan. Vecinos que, sin tener conocimientos de otra profesión, compiten entre ellos intentando producir más de este material de construcción.
Uno de ellos es don José Cruz, quien conforma un equipo de trabajo con sus seis hijos. Dos de ellos se dedican a la albañilería, pero cuando finalicen la obra regresarán a darle una mano a su progenitor.
“Este trabajo necesita que esté uno pendiente diario. Si nos mueven para otro lado tendríamos que vivir ahí pero, ¿cómo?”. Se pregunta don Cruz. Temen perder su empleo si la Secretaría de Medio Ambiente para el Desarrollo Sustentable (Semades) decide realizar un corredor de ladrilleras ecológicas lejos de su hogar. “No sé dedicarme a otra cosa. Ésta fue mi escuela”.
Los tres están por concluir su jornada, ya inician las 17:00 horas. Se encierran en sus casas para descansar sin dejar de pensar qué será de ellos. Los tres dan la misma respuesta cuando se les pregunta qué pasaría si la medida para mejorar la situación climática en el Estado es tomada por las autoridades: “Nos moriríamos de hambre”.
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