19.2.12

SEQUIA...

''Desmantelamiento'' del campo dispara pobreza alimentaria

Unión de San Antonio es el municipio con mayor pobreza alimentaria en Jalisco.

  • Señalan insuficiencia del programa Oportunidades
  • Julio Boltvinik señala que la sequía agudizó la falta de subsistencia y la dependencia de mercados llevó a perder la autosuficiencia

GUADALAJARA, JALISCO (19/FEB/2012).- “Andamos que ya no cabemos. Sinceramente, ya no hallamos la puerta”. Don Sergio habla al ritmo con el que ordeña una vaquilla huesuda que ha sobrevivido la sequía porque su dueño está aferrado a que viva. Está endeudado con todos los forrajeros, aunque sabe que no hay modo de recuperar las pérdidas: el litro de leche lo pagan a 4.60 pesos —“está regalado, no salen las cuentas”—, y sólo una paca de forraje cuesta 190 pesos.

La mayoría de los campesinos de Unión de San Antonio tuvo que decidir entre alimentar a su familia o a sus animales, pues la sequía en estas tierras arrasó con los cultivos y dejó una tierra ocre, opaca, de tono casi idéntico al de la piel de los niños desnutridos que abundan en este pueblo alteño.

En el centro de salud de la cabecera municipal de Unión de San Antonio (donde vive la mitad de la población y donde hay mucho menor marginación que en las localidades) se atendieron en enero 17 casos de niños entre cero y cuatro años de edad con algún tipo de desnutrición, los cuales han acudido a atención médica porque sus familias están inscritas al programa social Oportunidades. No hay una estadística anual de esta problemática, pero el personal médico del módulo dos, que atiende a las localidades colindantes con Guanajuato y con marginación muy alta, calcula que de cada cinco familias que atienden, al menos en tres o cuatro hay algún integrante desnutrido.

“El problema que tenemos es que sólo se conocen los casos de niños de entre cero y cuatro años de edad, porque es el rango que cubre Oportunidades. Pero creemos que tenemos un problema más grave de desnutrición en niños mayores de cuatro años de edad porque no hay ningún programa dirigido para este sector de la población”, lamenta la médico Lucero Guerra Sotelo, adscrita al módulo 2 del centro de salud de Unión de San Antonio.

Del consultorio sale Juana Velásquez con su hijo de tres años, a quien llevó a chequeo porque mide y pesa menos de lo recomendado clínicamente para su edad. Con la sequía de 2011, la mujer de 32 años vio cómo el hambre arrasó con la vida de sus vacas y borregos, en su tierra ubicada en la localidad El Jaral. “Antes le daba al menos lechita al niño, ahora puros frijoles. Y ahora que vieron en la clínica que mi niño está mal nutrido, me dan cinco sobrecitos de leche de Oportunidades, pero ps ¿eso qué le dura?”.

Antes de entrar a consulta, uno de los médicos llevó tacos para las señoras que iban a consulta. Les tocó dos a cada una. Juana se los dio a su hijo. “Pues sí se me antojan, pero me aguanto. Aprovecho para que él que coma algo de carnita”.

Don Sergio vive en un rancho muy cercano a El Jaral. La situación de su tierra es una réplica de la que tiene la familia de Juana Velásquez, pero él tiene hijos en León que le mandan dinero para comer. Según las cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), una de cada dos personas en Unión de San Antonio tiene carencia alimentaria (es el municipio con mayor pobreza alimentaria de Jalisco). Es decir, la mayoría en este municipio de los que tienen acceso a este derecho es porque tienen parientes que mandan dinero desde Estados Unidos o desde alguna otra ciudad. El resto, los que sólo viven del campo y la ganadería, se quedaron en total desamparo con la sequía, esperando que “nuestro Dios Padre nos ayude para que vuelvan las nubes”.

— ¿Les sorprende la cifra de que aquí casi la mitad de la población tiene carencia alimentaria?

— No, dice la enfermera y voltea a ver a sus compañeros con cara de complicidad.

— Se quedan cortos, dice la doctora.

— Puede que sean muchos más, porque eso no cuenta a los que ahora no tienen para comer por la sequía, menciona la administradora de la clínica.

Desmantelamiento del campo

“En mi casa semos cinco. Antes de que encontrara trabajo mi marido, nos la pasábamos con arroz cocido que nos regalaban. Ahora que trabaja tenemos 800 pesos (a la semana) y ya con eso tenemos para frijolitos, tortilla, sopita, algunos kilitos de maseca, y ya con eso nos tiene que alcanzar para toda la semana. Al final de la semana a veces ya nomás alcanza para una comida. Y si no alcanza, pues primero los niños. Uno como sea se aguanta”, relata Juana, quien está inscrita en el programa Oportunidades y recibe 800 pesos bimestrales de este apoyo. “Pero ya no sé qué sea peor, porque ya no nos quieren dar ningún apoyo. Antes el DIF nos daba despensas y ya ni eso. Y el dinero, cuando nos lo dan, ya lo debemos porque me fían para el aceite y a veces que nos damos lujo de huevito”.

El Informe de Evaluación de la Política de Desarrollo Social 2011 que publicó Coneval hace una semana, analiza el incremento de la pobreza en México (3.2 millones más que en 2008), de lo cual destaca el incremento de personas con carencia en el acceso a la alimentación (4.2millones más), por debajo de la línea de bienestar (4.8 millones más) y por debajo de la línea de bienestar mínimo (3.4 millones más).

El documento explica que el principal problema de estos últimos años es que el crecimiento en los precios de los alimentos ha tenido un efecto importante en el poder adquisitivo de los ingresos laborales a partir del tercer trimestre de 2008.

Juana lo explica con claridad. No necesita estudios en economía para saber por qué padecen hambre. “Ya tenemos muchos años así, sin lluvia. Y este último año, ¿cómo le hacemos? No hay comida en el campo. La comida subió pa’rriba. No tenemos forraje para los animalitos. No hay trabajo. ¿Qué hacemos? Nosotros como sea ya tenemos un ingresito, pero los demás, ¿qué hacen? Hay mujeres que cuando había nopal se lo llevaban a Lagos de Moreno a vender, pero ahorita no hay ni eso”.

Los especialistas del Coneval concluyen que a pesar de que en los últimos dos años ha habido una inversión histórica en programas sociales, no se ha abatido el hambre porque se necesita que paralelamente haya apoyo a pequeños productores agrícolas y que se generen empleos.

El doctor en Ciencias Sociales, Julio Boltvinik, explica que la razón por la que en el mundo rural se vive hambre es porque “el manto se desmanteló. El problema no es la sequía, esto sólo agudizó lo que ha venido pasando en México: el estado de bienestar se desmanteló y nos convencieron de que podíamos comprar alimentos baratos a Estados Unidos, lo que nos ha llevado a perder autosuficiencia alimentaria. Y, bueno, ahí está el resultado: una sequía nos mete en problemas por la gran cantidad de personas que se quedan sin alimentos”.

Antes de despedirse, don Sergio camina junto a sus vaquillas flacas, prende un cigarro, fuma y cuando avienta el humo: “La sequía no es la que nos tiene así. El problema es el méndigo Gobierno que no regula los precios de la leche y que a todos los campesinos nos tiene en la miseria, olvidados. Si pudiéramos vender nuestra lechita a un buen precio, tendríamos dinero, compraríamos forraje sin endrogarnos y pasaríamos el año de sequía sin ningún problema”.

EL DATO
Marginación

En Unión de San Antonio hay cuatro poblaciones con muy alta marginación, 51 con muy alta, 10 con media y una con baja marginación.

La población es de 17 mil 325, de los cuales 46% vive en pobreza alimentaria, según cifras del Coneval de 2010. Es posible que se haya incrementado por la sequía de 2011.

CIFRAS
Jalisco
2008-2010


71
mil personas más en pobreza.

43 mil personas más en pobreza extrema.

55 mil personas menos con rezago educativo.

73 mil con más con acceso a servicios de salud.

346 mil personas más con carencias alimentarias.

Jalisco es el segundo Estado en el que se incrementaron las personas con carencia en el acceso a la alimentación, después del Estado de México. Sólo hay seis estados donde se redujo esta cifra: Tabasco, Durango, Morelos, Oaxaca, Michoacán y Guanajuato.

En siete entidades federativas (México, Veracruz, Jalisco, Puebla, Chiapas, Guerrero, Distrito Federal) se concentra 51% de las personas con esta carencia.

*Jalisco también ocupa el quinto lugar con mayor número de pobres multidimensionales (después del Estado de México, Veracruz, Chiapas y Puebla) y el cuarto con mayor número de pobres multidimensionales (después del Estado de México, Veracruz y Puebla).

*El Estado es el tercero con mayor incremento de pobres extremos entre 2008 y 2010, con 42 mil personas más. A la cabeza están el Estado de México y Veracruz, que concentran 58.5% del aumento de pobres extremos. En este mismo rubro, hay 16 estados que redujeron este tipo de pobreza, entre ellos, Chiapas, Oaxaca y Guerrero.

FUENTE: Estimaciones del Coneval con base
en el MCS-ENIGH 2008 y 2010.

Critican guerra contra el narco
Señalan falta de precisión en mediciones de pobreza del Coneval


El economista y doctor en Ciencias Sociales, Julio Boltvinik, señala que no tiene mucha confianza en los cálculos del Coneval, porque parten de modelos matemáticos y “creo que las mediciones deben ser datos observados en campo”.

Por otro lado, en estados como Jalisco, los municipios donde hay población indígena no aparecen en los primeros lugares de pobreza alimentaria. Esto se puede explicar con que cuando se hizo la encuesta, tenían maíz o alimentos para el autoconsumo. “Una cosa es ser pobre, y viven en niveles espantoso de pobreza. Pero si tuvieron buena cosecha, pueden pasar meses sin que les falte el alimento. Con la sequía habría que ver qué sucedió, porque si perdieron su cosecha, ahí sí tienen problemas serios”.

Julio Boltvinik, académico de El Colegio de México y quien se define como pobretólogo, señala que la pobreza urbana se incrementó mucho por la caída del poder adquisitivo, pero “con la sequía, se agudizará la pobreza rural”.

El economista está seguro de que se requiere otra política agrícola de fomento a los campesinos y que el modelo de gran escala no es el modelo que necesita al país. “Tenemos que regresar a una agricultura diversificada que sólo saben hacer los campesinos. El futuro depende de que nos decidamos a apoyar sistemas asociativos de pequeños productores, que juntos van a ser más poderosos que las trasnacionales. Ahí está el camino, en colectivizar no la producción, pero sí la comercialización, la asistencia técnica, la mecanización”.

Por su parte, el doctor Ignacio Román, académico del ITESO, señala que las cifras de Coneval muestran un problema que cada vez es “más fuerte”, por lo que la “guerra contra el narco debería ser la guerra contra la sequía, la guerra contra la pobreza, la defensa de los derechos laborales, la promoción de la producción de cultivos básicos, de parques, de escuelas. Una buena lucha contra el narco es ir impidiendo que reproduzcamos caldos de cultivo para que la gente haga lo que sea para sobrevivir, no se resuelve con nada”.

SIN CONDICIONES DE BIENESTAR
Faltan necesidades básicas


Municipios con mayor porcentaje de personas con ingreso inferior a la línea de bienestar mínimo*

Santa María del Oro 69.7%

Cuautitlán de García de Barragán 64.7%

Chimaltitán 64.1%

Mezquitic 61.3%

Bolaños 57.7%

Jilotlán de los Dolores 55%

Atemajac de Brizuela 53.8%

Zapotitlán de Vadilla 50.1%

Chiquilistlán 46.9%

*Esta medición incluye distintos factores, entre ellos que el ingreso no alcanza para comprar los alimentos básicos.

Municipios con mayor porcentaje de población sin acceso a la alimentación

Unión de San Antonio 46.5%

Cabo Corrientes 41.8%

Ojuelos de Jalisco 38.0%

Poncitlán 36.5%

Hostotipaquillo 36.2%

Lagos de Moreno 36.1%

San Martín de Bolaños 33.3%

Arandas 32%

Cuautitlán de García de Barragán 32%
Informador Redacción / GJD

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