Es increíble cómo se puede llegar a perder piso; inconcebible cómo el alejamiento de la clase política con respecto a la sociedad la lleva a tergiversar la realidad. Ya no ven, no oyen y no sienten; inconscientes, como anestesiados por el poder, creen que ellos están bien y todos los demás estamos equivocados.
En plena carrera electoral los aspirantes a diferentes puestos y sus respectivos partidos, dejan en evidencia un día sí y otro también, su insensibilidad y un pragmatismo que bien podría calificarse de inmoral.
Alberto Cárdenas Jiménez, quien fuera gobernador de Jalisco, el primero de un partido distinto al PRI; luego secretario federal en diferentes carteras y recientemente, senador, dijo que contender por la candidatura blanquiazul a la presidencia municipal de Guadalajara es su forma de ayudar a su partido ¿y la gente qué? Cuestionado al respecto, claro, retoma su discurso de que el PAN es mejor como gobierno que cualquier otro instituto político.
El PAN, por cierto, y me concreto al caso de Jalisco, está enfrascado en una lucha encarnizada por las candidaturas y no se tientan el corazón para actuar contra ellos mismos.
El cuanto al PRI, bueno, resulta que definen a su candidato al Gobierno del Estado (Aristóteles Sandoval Lara) con base en encuestas e imagen, es decir, se trata de ganar a como dé lugar (al menos eso creen) y en función de ello no es importante la experiencia ni las propuestas ni los resultados de los otros que querían la misma candidatura. Eligen al que según el PRI tiene más posibilidades de ganar y no a quien podría hacer algo real y contundente por la sociedad jalisciense, con posibilidades de ganar también, pero que sin la “imagen adecuada” según sus cánones, no cuenta. ¿Y la gente qué?
Y Enrique Alfaro anda viendo a ver en dónde se acomoda, quién lo postula y, mientras tanto, deja la presidencia municipal de Tlajomulco a pesar de que fue “ratificado” por los ciudadanos. Mientras él esté a gusto consigo mismo y pueda continuar con su “carrera” política, pues lo que caiga es bueno. ¿Y la gente qué?
Ganar como sea, a costa de lo que sea, no importa a qué se renuncia, ni claudicar, ni que nos restrieguen en la cara que para ellos lo que vale es mantenerse en el poder, llegar a la cúspide o por lo menos quedarse con un pedazo. Atender las necesidades de la sociedad, trabajar en un proyecto que nos lleve a niveles más altos de desarrollo, de bienestar, de calidad de vida es, para ellos, lo menos.
Y sólo es un ejemplo por partido.
Las motivaciones, las razones de los partidos, sus criterios de selección, responden a la lucha del poder por el poder, no a que el poder sirva para aspirar y perseguir el bien de todos. Pragmatismo, mezquindad, egoísmo, soberbia… eso es lo que los mueve, nada más.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario