Marieta Manso
Tiende sobre el alambre la ropa recién lavada.
Ligera brisa, suficiente piensa.
Le parece que la casa huele diferente, hasta el barrio.
Y eso que apenas puso jabón.
Tiene que durarle para 2 coladas más.
Se sienta en una silla sobre el suelo de tierra.
Cierra los ojos y se dispone a disfrutar del olor a limpio de la ropa de los pobres.
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