La Tierra comenzó a existir hace 4.600 millones de años. Si sondeamos este inconcebible espacio de tiempo en algo más comprensible, podemos comparar la Tierra a una persona de 46 años de edad.
Nada se sabe acerca de los siete primeros años de la vida de esta persona y, mientras que sólo poseemos información muy dispersa de su edad media, sabemos que sólo a los 42 años empezó la tierra a florecer.
Los dinosaurios y los grandes reptiles no aparecieron hasta hace un año, cuando la persona contaba con 45 años. Los mamíferos llagaron hace sólo ocho meses y hacia la mitad de la semana pasada, simios semejantes a personas evolucionaron hacia personas semejantes a simios. La persona moderna que conocemos ahora ha existido hace 4 horas. Durante la última hora ha descubierto la agricultura.
La Revolución Industrial empezó hace un minuto. Durante esos sesenta segundos de tiempo biológico, esta persona moderna ha hecho un basurero de un paraíso. Se ha multiplicado hasta proporciones de plaga, ha causado la desaparición de quinientas especies animales, ha saqueado el planeta en busca de combustibles y ahora se encuentra recreándose con los espantosos resultados de su rápida escalada por alcanzar el dominio, al borde de una guerra que acabe con todas las guerras para destruir así eficazmente este oasis de vida en el Sistema Solar.
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