Explicado de una forma sencilla y sobretodo resumida, podemos indicar que el suelo viene a ser el material suelto no consolidado que se produce inicialmente de la disgregación física de las rocas, o bien fruto de alteraciones meteorológicas.
El suelo tiende a evolucionar hasta poder formar incluso un sistema complejo, pasando a una estructura estratificada y de composición específica, precisamente bajo la influencia de los seres vivos.
Pero al igual que la atmósfera (contaminación atmosférica), el suelo también puede verse afectado por la contaminación, algo que –como te puedes imaginar- recibe el nombre correcto de contaminación del suelo.
La contaminación del suelo
Existen dos tipos de contaminación que pueden repercutir en la estructura y formación del suelo: contaminación natural (que frecuentemente es endógena) y la contaminación antrópica (totalmente exógena).
Como bien sabemos, y tal y como comentamos al comienzo de esta nota, los diferentes fenómenos naturales pueden ser causas importantes de la contaminación del suelo.
Por poner solo un ejemplo, un volcán activo puede ser capaz de aportar mayores cantidades de sustancias externas y contaminantes varias centrales térmicas de carbón juntas.
Pero para poder llevar a cabo un buen estudio de contaminación del suelo, se deben definir los máximos niveles admisibles de contaminantes, y analizar factores que puedan influir en la respuesta del suelo a estos agentes. Por lo que no sólo basta con detectar la presencia de suelo contaminado.
Esto supone que al existir contaminantes en el suelo, pueden existir efectos potencialmente nocivos para todos los seres vivos, ya que pueden degradar y reducir el número de especies en lo que se refiere a la vegetación presente en el suelo, o a la ingestión y contacto dérmico por parte del hombre.
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