Sequía
Mencionar al Lago de Chapala como la fuente principal de la Zona Metropolitana de Guadalajara es casi un ejercicio ocioso. Pero encarados con la sequía que abatirá la producción agrícola en varias decenas de millones de toneladas de grano, debemos recordar lo evidente: sin agua no hay vida.
Acostumbrados en la urbe al abastecimiento ordinario de alimentos y agua, perdemos la sensibilidad sobre la finitud de estos recursos. Incluso, muchos de quienes habitamos la ciudad permanecemos inmunes a la machacona recomendación de ahorrar el agua.
Esta semana ya toca a su fin, como siempre, matizada de noticias diversas, aunque una de ellas revivió reflexiones sobre Chapala. Se trata de la aprobación de un convenio, certificado por autoridades, para restarle al lago 225 millones de metros cúbicos que se destinarán a actividades agrícolas en Michoacán y Guanajuato; se argumenta por parte de la Comisión Nacional del Agua que no hay afectaciones, pues el volumen de líquido “se regresará” al seno de Chapala el año entrante.
La reacción ha sido de natural molestia. Se pronunciaron en contra dependencias locales como la Comisión Estatal del Agua y el SIAPA, además de diferentes organismos ambientales. Se esgrime una violación al acuerdo de coordinación para el ordenamiento de los aprovechamientos hidráulicos y saneamiento de la Cuenca Lerma Chapala.
Los agricultores michoacanos y guanajuatenses exponen los daños que padecen por la sequía, pero en Jalisco se rebate que la ciudad consumen anualmente 190 millones de metros cúbicos de agua de Chapala, por lo que sumados los dos volúmenes, se resta al lago más del doble de lo que se extrae en un año normal. Y para colmo, nada garantiza que la sequía no se repita en 2011. Sencillamente, el escenario es negativo.
Pero, ¿qué pasa con la urgencia, pospuesta durante años, de garantizarnos una fuente de abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana que esté apegada al uso de tecnología conveniente y respete el medio ambiente? Y además, ¿hasta cuándo se pospondrá el equipamiento de tecnología en los campos agrícolas de la Cuenca que permita un uso eficiente del líquido? Se requieren soluciones casi definitivas, no problemas que pasen de generación en generación hasta que la finitud nos alcance.
Acostumbrados en la urbe al abastecimiento ordinario de alimentos y agua, perdemos la sensibilidad sobre la finitud de estos recursos. Incluso, muchos de quienes habitamos la ciudad permanecemos inmunes a la machacona recomendación de ahorrar el agua.
Esta semana ya toca a su fin, como siempre, matizada de noticias diversas, aunque una de ellas revivió reflexiones sobre Chapala. Se trata de la aprobación de un convenio, certificado por autoridades, para restarle al lago 225 millones de metros cúbicos que se destinarán a actividades agrícolas en Michoacán y Guanajuato; se argumenta por parte de la Comisión Nacional del Agua que no hay afectaciones, pues el volumen de líquido “se regresará” al seno de Chapala el año entrante.
La reacción ha sido de natural molestia. Se pronunciaron en contra dependencias locales como la Comisión Estatal del Agua y el SIAPA, además de diferentes organismos ambientales. Se esgrime una violación al acuerdo de coordinación para el ordenamiento de los aprovechamientos hidráulicos y saneamiento de la Cuenca Lerma Chapala.
Los agricultores michoacanos y guanajuatenses exponen los daños que padecen por la sequía, pero en Jalisco se rebate que la ciudad consumen anualmente 190 millones de metros cúbicos de agua de Chapala, por lo que sumados los dos volúmenes, se resta al lago más del doble de lo que se extrae en un año normal. Y para colmo, nada garantiza que la sequía no se repita en 2011. Sencillamente, el escenario es negativo.
Pero, ¿qué pasa con la urgencia, pospuesta durante años, de garantizarnos una fuente de abastecimiento de agua para la Zona Metropolitana que esté apegada al uso de tecnología conveniente y respete el medio ambiente? Y además, ¿hasta cuándo se pospondrá el equipamiento de tecnología en los campos agrícolas de la Cuenca que permita un uso eficiente del líquido? Se requieren soluciones casi definitivas, no problemas que pasen de generación en generación hasta que la finitud nos alcance.
CRÉDITOS: EDITORIAL Ago-15
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