Oda a Amy Winehause el día de su muerte
Calla la voz mas no la vida, muere pero sigues viva.
Raúl Bracho
Hoy te llevo la muerte fría Amy, una sobredosis de droga y desencanto, de burlas y mofas, hoy se callo tu voz de negra en tu garganta blanca y joven, hoy se apago la fuerza de tu alma que no soportó los embates de una sociedad que agrede y degrada a almas tan puras.
La casa del vino fue el apellido con que te bautizaron los disqueros, la industria que te atrapó y te convirtió en producto, que te explotó para enriquecerse con tu voz de golondrina. Como para sentenciarte desde tu inicio en sus industrias, la casa del vino, Amy, que desgraciados.
Una vida más que se lleva la droga, acompañada de la indolencia, de la soledad, de la insensible sociedad que precisa victimas para lavar sus culpas. Fuiste llamada puta y drogadicta, fuiste sentenciada por los siete sellos de la maldición, tenías que ser tú la mala de esta vida. ¿Quién puede atreverse a manchar tu alma con estas injurias sin sentir hoy su parte de culpa cuando te inyectaste una dosis de rabia ante tantas piedras golpeando tu alma?
Como los niños de las calles, como aquellos que roban, como las mujeres que terminan prostituidas, como todos los seres sentenciados al desprecio, como una víctima de moral más podrida de la historia, la sociedad hoy te publica en sus primeras planas, tus tatuajes y tu alicorada historia de penurias vende diarios por todo el planeta, tus conciertos suspendidos dejan diez escenarios vacíos, se enmudece tu voz que decidió escaparse del infierno.
Cúlpese a todos de tu muerte.
En nombre de todas y todos los excluidos y sentenciados, de los marginales, de los pobres de este mundo, os despedimos, seguirás canturreando con tu gravedad de voz en el camino de los que seguimos vivos.
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