El Lobby
“Es ingenuo pensar que el capitalismo respetará la democracia y la soberanía de los países más o menos subdesarrollados y las democracias; que acabará con el analfabetismo y la miseria, las pandemias y las epidemias, las hambrunas y los pueblos hambrientos, los enfermos sin médicos y sin medicinas, los jóvenes sin empleos y sin escuelas, las familias sin techos, sin servicios y sin basura”. Pablo González Casanova, La Jornada, 3 de mayo de 2010
Desde ayer y hoy en varios puntos del país inició una campaña en la que organizaciones, colectivos y personas adherentes a la Otra Campaña convocada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) distribuye y comparte información para denunciar esa guerra declarada desde los gobiernos y los grandes capitales a la mayoría de las personas que habitan este país: es decir, a los que se encuentran en la parte baja de la pirámide con la que se suele representar la distribución de la riqueza. La campaña, parte de las resistencias que surgen contra esta guerra, lleva de mano en mano (y en algunos afortunados casos de boca en boca) información que da cuenta de las formas en que se intenta reprimir o se reprime a quienes se niegan a ceder al capitalismo sus maneras de vivir.
“Miles de personas y comunidades de todo México, y por supuesto de Jalisco, estamos padeciendo persecución y violencia estatal de la que es necesario dar cuenta para detenerla y revertirla. Hasta ahora se ha hecho creer que la única violencia que existe en el país es la que se deriva de la guerra contra la delincuencia que lleva a cabo Felipe Calderón con el propósito de ganar la legitimidad que no tuvo al robarse la presidencia (…) Miles de mexicanos enfrentamos la burla y el desprecio, los cargos legales, las detenciones policíacas, los procesos penales, la cárcel, los golpes, la represión o la muerte por el simple hecho de defender nuestras tierras, bosques, o ríos de la contaminación, por defender nuestro empleo y un salario digno, o por vender mercancías baratas al margen de la legalidad que sólo favorece a los grandes empresarios”.
La guerra pública contra el narcotráfico lleva en el lomo una escandalosa cifra de casi 23 mil muertos (hombres, mujeres y niños) que en su mayoría –nadie puede probar lo contrario- eran inocentes. Pero los saldos de la guerra que no es pública causan pasmo: según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2006 había en México 13.8 millones de personas en pobreza alimentaria (es decir, sin dinero para comer); en el 2008 el número llegó a 18.2 millones de personas.
Ante este evidente camino hacia la muerte, surgen (por puro instinto de sobrevivencia) las resistencias ante un modelo económico y político agresivo. En mayor o menor medida –y con diferentes estrategias- esas resistencias logran satisfacer las necesidades básicas que les son negadas por la clase gobernante… y entonces son reprimidas porque con ello se afecta a jugosos negocios.
Como ejemplo están las comunidades zapatistas en Chiapas, los ejidos de la costa de Chamela; la comunidad coca de Mezcala; los vecinos del Nixticuil; los habitantes de El Salto; los jóvenes que en esta ciudad son reprimidos por apropiarse de espacios públicos (Parque Revolución, Tianguis Cultura, La Pila Seca en Tlaquepaque, etétera); la gente de Ixcatan; los wixaritari del norte del estado; las trabajadoras sexuales del Parque Morelos; los ejidatarios de Chalacatepec; los habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo; la gente del poblado de Maltaraña, en Jamay; los ejidatarios de Ayotitlán; los vecinos de Lomas del Batán, en Amacueca; las personas de Campo Acosta, en Toamtlán; el ejido El Jazmín, en San Gabriel; los agricultores del sur de Jalisco; la reciente represión a una caravana de paz en San Juan Copala, Oaxaca; los afectados por la presa Picachos, en Mazatlán; los comuneros de Ostual, Michoacán… la lista no cabe aquí.
Entre todas esas verticalidades geniales de Roberto Juarroz hay una: Hay que inventar respiraciones nuevas./ Respiraciones que no sólo consuman el aire,/sino que además lo enriquezcan/y hasta lo liberen/de ciertas combinaciones taciturnas (…).
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